Al concluir la temporada para los Golden State Warriors, Stephen Curry protagonizó un emotivo momento al detenerse antes de abandonar el Chase Center. Se acercó a Draymond Green, su inseparable compañero de batallas durante más de una década, para estrecharle la mano y fundirse en un abrazo que decía mucho más que las palabras. A través de ese gesto, quedó claro el vínculo que han construido a lo largo de los años, marcado por campeonatos, derrotas, madurez y compromiso mutuo. A pesar de las adversidades de esta campaña, ambos parecen decididos a continuar dando pelea por al menos un título más.
La presencia de Jimmy Butler como nuevo integrante de los Warriors ha generado esperanzas renovadas dentro del equipo. Con su tenacidad, experiencia en partidos clave y mentalidad competitiva, Butler representa una pieza fundamental para que Golden State vuelva a posicionarse como contendiente serio. Sin embargo, tanto Curry como Green saben que el tiempo no se detiene. Sus cuerpos ya no responden como antes, y cada temporada que pasa puede ser la última en la que tengan una oportunidad real de alzar el trofeo. Esa sensación de urgencia es lo que los impulsa a no bajar los brazos.
La tristeza de Stephen Curry fue evidente al final del último partido de la temporada. Esta vez, no pudo estar en la cancha para ayudar a su equipo, debido a una lesión en el tendón de la corva que lo dejó fuera en un momento decisivo. Para un competidor nato como él, estar al margen en los momentos más importantes duele profundamente. Ver a sus compañeros luchar sin poder contribuir directamente le dejó un sabor amargo. En sus declaraciones, se notó la frustración de haber terminado así, aunque también dejó entrever su firme intención de regresar más fuerte.
El panorama para los Warriors se torna cada vez más incierto. La base histórica del equipo —Curry, Green y Thompson— ya está en la recta final de sus carreras, y el margen de error se ha reducido considerablemente. Aun así, la llegada de Butler podría ser justo lo que necesitaban para un último impulso. Curry, en particular, mantiene la fe en que pueden reconstruir algo especial una vez más. La escena del abrazo con Draymond es símbolo de una alianza que trasciende lo deportivo y que, aunque enfrentan el ocaso de una era, aún se resiste a apagarse sin dar una última gran batalla.
Los Golden State Warriors llegaron al final de su temporada con un sabor agridulce, siendo eliminados por los Minnesota Timberwolves con un marcador de 121-110 en el quinto juego de las Semifinales de la Conferencia Oeste. La ausencia de Stephen Curry fue un golpe importante, ya que el base estrella no pudo disputar los últimos cuatro encuentros por una lesión en el tendón de la corva izquierdo que sufrió en el segundo cuarto del primer partido. Sin su líder en la cancha, el equipo luchó con valentía, pero no fue suficiente para avanzar. El equipo y los aficionados quedaron con la sensación de que, con Curry sano, el resultado podría haber sido diferente.
A sus 37 años y con 16 temporadas acumuladas en la NBA, Curry es plenamente consciente de que su ventana de oportunidad para seguir compitiendo por campeonatos se está cerrando. Ya no se trata solo de talento, sino de tiempo. Junto a compañeros veteranos como Draymond Green y la reciente incorporación de Jimmy Butler, y bajo la dirección de Steve Kerr, Curry sabe que las oportunidades para levantar otro trofeo son contadas. En este punto de sus carreras, ya no pueden darse el lujo de desperdiciar ninguna temporada. La experiencia y la sabiduría están de su lado, pero también lo están el desgaste físico y la competencia cada vez más joven y dinámica.
En sus declaraciones tras la eliminación, Curry mostró una mezcla de orgullo y tristeza. Afirmó que, pese a las dificultades del año, lograron colarse en los playoffs y superar la primera ronda, lo cual representa un logro significativo dada la incertidumbre que rodeó al equipo en gran parte de la temporada. Sin embargo, también expresó su desilusión profunda por no haber podido estar presente en los momentos cruciales para ayudar a sus compañeros. Para él, no estar en la cancha es una de las experiencias más dolorosas, especialmente sabiendo que cada oportunidad que se pierde podría ser la última a ese nivel.
El giro inesperado de la temporada llegó cuando, a solo tres meses del cierre del mercado de traspasos, el gerente general Mike Dunleavy tomó una decisión audaz: trajo a Jimmy Butler desde Miami, enviando a Andrew Wiggins a los Heat. Ese movimiento revitalizó a los Warriors, que parecían perdidos en medio de una campaña sin rumbo. La llegada de Butler inyectó intensidad, experiencia y liderazgo al equipo, ayudando a reconfigurar su identidad justo a tiempo para entrar a la postemporada. A pesar de que el sueño terminó antes de lo deseado, la esperanza se mantiene viva. El núcleo del equipo aún cree que, si logran mantenerse sanos, tienen una última gran carrera por delante.
Jimmy Butler se convirtió en una figura clave para los Warriors desde el momento en que pisó la cancha con el uniforme de Golden State. Durante la ausencia de Stephen Curry por lesión, su presencia se hizo aún más notoria, liderando al equipo tanto en defensa como en ataque. Su energía, determinación y experiencia fueron esenciales para mantener al grupo competitivo y enfocado en cada partido. Asumió la responsabilidad con naturalidad, demostrando que puede ser la principal figura cuando el equipo más lo necesita, sin perder de vista el liderazgo de Curry.
En sus propias palabras, Butler se mostró cómodo con su papel dentro del equipo y con su lugar detrás de una leyenda como Stephen Curry. Lejos de incomodarse por no ser la figura principal, expresó su respeto por la jerarquía del equipo y reconoció la grandeza de su compañero. Para él, ser el segundo en la fila detrás de alguien como Curry no es una desventaja, sino un privilegio. Su madurez y comprensión del juego han sido fundamentales para integrarse rápidamente al estilo y la cultura de los Warriors, sumando sin restar protagonismo a quienes ya eran líderes.
Desde que debutó con el equipo el 8 de febrero en Chicago, Butler contribuyó de forma decisiva al repunte de Golden State. Con él en la cancha, el equipo logró una marca de 29 victorias y 15 derrotas, incluyendo un sólido registro de 23-8 en lo que quedaba de temporada regular. A eso se sumó una victoria en el Play-In frente a Memphis y un recorrido en playoffs que, aunque terminó en la segunda ronda, demostró el potencial del equipo con su nueva configuración. El impacto de Butler fue inmediato y tangible, tanto en las estadísticas como en la cohesión del grupo.
Aunque muchos consideran que la ventana para este núcleo de jugadores se está cerrando, Butler no está de acuerdo con esa narrativa. Para él, mientras se mantengan en buena forma física y comprometidos, todavía hay muchas oportunidades por delante. Cree firmemente que el grupo aún tiene el talento y la energía necesarios para competir al más alto nivel. Incluso mencionó que, si logran conquistar un título, podrían extender su tiempo juntos más allá de lo que muchos imaginan. Su visión optimista y su confianza en el grupo son un reflejo de su mentalidad ganadora y de su deseo de ser parte de una nueva era dorada para los Warriors.
Fuente: https://us.marca.com
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