El consumo de agua fría nos ayuda a regular la temperatura corporal después de haber hecho ejercicio. También nos hidrata más rápido, logrando que el torrente sanguíneo la absorba más fácilmente.
Existe la creencia equivocada de que beber agua fría con frecuencia, sobre todo después de comer, favorece la aparición de enfermedades graves como el cáncer.
Esta idea es solo mera especulación que afirma que al tomar agua fría tras la comida, ésta solidifica las grasas ingeridas, retrasando la digestión. Mucha gente lo cree y piensa que este proceso da origen a una serie de reacciones en estómago e intestino, que desembocan en la aparición de células cancerígenas.
Médicos especialistas recomiendan el consumo de agua fría sobre todo después de hacer ejercicio. Esta práctica regulariza la temperatura corporal. Otros afirman que el consumo de agua fría obliga al cuerpo a gastar energía para calentarse y como consecuencia, se produce una pérdida de esa misma agua.
Hay otros momentos en los que se suele usar agua fría y en este caso, sí de forma errónea. Por ejemplo, cuando sube la fiebre, tendemos a sumergir el cuerpo en agua fría cuando lo adecuado sería agua tibia o ligeramente caliente. De lo contrario, el agua fría puede provocar escalofríos y subida de temperatura como reacción defensiva del cuerpo. Este es el caso en que beberla provoca el mismo resultado negativo.
Hemos escuchado muchas veces que debemos consumir suficiente agua; al menos dos litros al día. Si nos pasamos de esa medida o nos quedamos cortos, entonces si seremos susceptibles a presentar ciertos problemas de salud. De cualquier manera cada persona es distinta, así que el mejor indicador de si se consume suficiente agua es la orina.
Si esta es oscura, estás consumiendo poca agua y si es de color claro, estás consumiendo suficiente. Hay que tener en cuenta que la orina de la mañana (recién levantados) es algo más oscura. Otra forma de detectarlo es la sed. Cuando el cuerpo dice que tiene sed, hay que beber, y no importa si el agua es fría o caliente.
Lo que realmente influye en nuestra salud es la cantidad y calidad de agua.
La mayoría del agua que consumimos debe ser natural, sin saborizantes artificiales (podemos usar aditivos como hojas de menta, rebanadas de limón, etc.) y sin endulzantes.
La principal ventaja a la hora de consumir cualquier líquido es la hidratación, pero concretamente beber agua fría nos aporta unos beneficios específicos de su temperatura:
Antes de concluir debemos dejar claro que: “Consumir suficiente agua es necesario para mantenernos sanos, independientemente de su temperatura”
Con información de: http://mejorconsalud.com